miércoles, 24 de abril de 2013

“No pisar el césped”... ¿Y la dignidad sí?


“No pisar el césped”.  ¿Y la dignidad sí? Es decir, ¿acaso alguien se acuerda de ella?
Hoy en día nos hemos acostumbrado (o al menos estamos acostumbrándonos) a ver cómo un bebé en el seno materno es quitado, arrancado de su primer hogar; a ver un niño hambriento pidiendo comida, bebida, dinero para llevar a su familia, o padres del mismo revolviendo basureros para ver si ésta noche sus hijos sobreviven. Mujeres que se prostituyen en las esquinas; jóvenes que no saben de cuánto son capaz, que dejan la escuela, y pasan su tiempo con sus mejores amigas, las adicciones. Adultos que están al borde del suicidio porque no encuentran un sentido en sus vidas, porque son infelices, y nada los motiva y hasta ancianos que agonizan tristemente cada día porque sus familias se olvidaron de ellos.
¿Es necesario preguntarte entonces qué pasó con la dignidad? ¿O con estos ejemplos y muchos otros más que encontras en tu realidad, podés notar cómo cada día la dignidad de la persona humana no está siendo valorada como se debe?
¡La dignidad es el valor que tenemos por el sólo hecho de ser personas y existir! La dignidad no es una cosa, o algo que se transfiere así como así. La dignidad es única porque vos sos único e irrepetible.
¡La dignidad no se compra! No les creas a los realities shows, telenovelas, o series que nos muestran todos los días una realidad diferente y superficial. Hombres y mujeres que no poseen autocontrol, o no se respetan a sí mismos, ridiculizándose cada día más, sólo por dinero. No, no, nada de eso. Y ahora te digo, ¡no dejes que nada ni nadie menosprecie tu hermosa juventud! La etapa de rebeldía que la mayoría la encausa para cosas del mundo, vanas y superficiales,  yo te invito a que la encauses en metas grandes y elevadas, en sueños y causas nobles por las que luchar. Porque de eso se trata, de una rebeldía pero con causa.
Dignidad tenemos TODOS. Vos, yo, la presidenta, el padre de familia, un honesto trabajador, el colectivero, un niño y también el que cometió un crimen. Es así, te guste o no. Lo que hace que mi persona se deteriore o enriquezca, serán las acciones que elija cometer. Pero mi dignidad, por más cosas buenas o malas que haga, no se va.

Por eso NO tenemos el derecho de aumentar o disminuir la dignidad del otro. Pero lo que sí podemos y debemos hacer es elegir qué camino y qué acciones escoger. ¿Acaso son buenas o malas? No te olvides que tenemos sentimientos, y que como podemos hacernos un bien, también podemos hacernos un mal.
¿TE VALORÁS TODOS LOS DÍAS COMO PERSONA DIGNA QUE SOS? ¿O dejás que los demás “arrebaten” tu dignidad y la pisen como quieran?
De ser “sí” o “no” tu respuesta, sólo hay una para cambiar la realidad: … Y es, el AMOR. El amor DIGNIFICA y NOS DIGNIFICA. El amor es capaz de soportarlo todo, la fatiga, el dolor, los defectos del otro, y hace que tendamos una mano al necesitado. Por eso, es necesario que haya gente que AME lo que hace, que ame hasta que DUELA, y cuando DUELA será una buena señal, pero aún así, HAY QUE SEGUIR AMANDO MÁS. Aún así, hay que AMAR HASTA MORIR.





Camila Cabral

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